Desde hace varios siglos, la manipulación de la sangre como elemento terapéutico ha llenado la fantasía de médicos y místicos. Al principio se trató de prácticas bastante accidentadas, pero con el tiempo y la investigación continua se ha logrado comprender los mecanismos patológicos que minan la transfusión exitosa, volviéndose esta cada vez más común. Con el uso más frecuente de la terapia se han descubierto nuevas patologías asociadas, pero de igual manera se han ideado maneras de prevenirlas y, en su caso, resolverlas.