En su Introducción a la biopolítica, Thomas Lemke, además de un agudo análisis y lectura crítica de las principales tesis enfocadas a la definición de geopolítica y al establecimiento de una metodología de estudio en el área, presenta una reflexión sumamente propositiva, en la que defiende la necesidad de un enfoque interdisciplinario en el estudio de la materia. Plantea que, así como la vida no se aparta de la política ni ésta de la vida, su análisis tampoco debe realizarse bajo una sola perspectiva, como se había estado haciendo en las dos principales corrientes surgidas entre los estudiosos: la politizante y la naturalizante.